Foto del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, publicada por el diario El Mundo el jueves 7 de marzo de 2013 en la página 10, sección «España»
La expresividad del rostro influye, de forma decisiva, en cómo nos perciben. De ahí que juzgamos más por lo que vemos que por lo que oímos.
Hay que salir de casa con la reflexión hecha, aprovechar el espejo del baño para lamentarse de lo hecho, o de lo no hecho. Y repetir todos los gestos posibles que deben acompañar a ése lamento. Luego ya no hay remedio ni corrección posible.
Ya sea por sus declaraciones sobre los gays, por su falta de consideración hacia las víctimas del terrorismo, por problemas personales o vaya usted a saber….pero el gesto del ministro es elocuente.
Un gesto transmite más de lo que parece. Es hablar sin palabras, puntualizar con exclamaciones, declarar con dos puntos y seguido, es quedar en evidencia.
El último apunte: en las comparecencias, la sonrisa sincera y la mirada al frente; siempre que uno tenga la conciencia tranquila, claro.