Hace uno días fallecía Pedro Sorela, periodista y maestro de periodistas en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, donde enseñó Redacción periodística durante décadas.
Leyendo su novela «El sol como disfraz» uno llegaba a entender perfectamente cómo Pedro Sorela entendía el periodismo.
El primer capítulo se titula «Permanecer en las redacciones es peligroso«. Nos sitúa en el periódico «La Crónica del Siglo«, en el antedespacho del director, donde «en las paredes cuelgan viejas portadas del periódico con héroes, lágrimas o muchedumbres entusiastas que ahora son historia, si no arqueología«. Se menciona a «Rápido Press o la agencia de noticias en la que se vende periodismo que llaman rápido pero es simplemente mezquino«.
Hay un reportero «dispuesto a cubrir, incluso, cualquiera de las guerras de las que nadie se acuerda porque sólo producen fotos de hambrientos que ya hemos visto«. Pero es realista y «sabía que, en las redacciones, una ley no escrita tiende a no darle a la gente lo que pide. Incluso lo que merece«.
El redactor jefe de Nacional «habla con la lentitud de quien sabe algo que los demás no saben, la superioridad más cotizada en periodismo«. Y se le coloca en el primer puesto en el orden de sucesión al trono del director aunque «algún día abdicará, será guillotinado o morirá, como todos los directores de periódico. En periodismo los reinados no suelen durar mucho«.
En La Crónica, «a los jefes se les distingue porque tienen sillas de director de banco y un teléfono directo, pero el nuevo jefe se termina preguntando si esa era una señal de categoría o de esclavitud«.
Y el escalafón «es lo único que en un periódico español tiene resultados visibles. En poder y también en dinero, se recompensa el cargo, rara vez el talento«.
«Lo del nadiemáscomotú es el más viejo truco de los directores cuando quieren sobornar a alguien sin gastarse dinero: le hacen mimitos en la vanidad«.
Uno de los redactores jefes se pregunta «si ya ha llegado la fecha -está escrita, pero nadie sabe dónde – en que los periódicos ya no saldrán todos los días y no se sabrá si es por falta de milagros…o de noticias«.
«El director es, dicen, de los que buscan cómplices, más que profesionales. Algo peligroso pues entre cómplices la traición no es más que una cuestión de tiempo. Como casi todo en periodismo«.
El mismo director que reconoce que «en los periódicos no podemos permitirnos la claridad que prometemos porque duele y nadie compra periódicos para que le duela. Por eso la disfrazamos«.
Y es que «un periódico debe reinventarse cada día, en búsqueda de esa variante del amor perfecto que en periodismo se llama la Verdad«.
Estas y otras reflexiones de Pedro Sorela en su novela «El sol como disfraz«.